Para ello necesita profesionales en servicios situados en la comunidad, que trabajen preferentemente en equipos multidisciplinares y que además de los tratamientos individuales para el sufrimiento psíquico incorporen la dimensión comunitaria que todo tratamiento requiere, como la familia y el entorno. Además, pone el énfasis en la promoción de la salud mental, en la prevención de los trastornos mentales y en la rehabilitación psicosocial.
Es comunitario porque pone de relieve la importancia de los vínculos personales, familiares e institucionales que las personas que habitan un mismo territorio poseen y que pueden favorecer o dificultar la aparición y la resolución del sufrimiento psíquico.
Los organismos sanitarios internacionales señalan que tanto para los países de alto nivel de ingresos como para aquellos de bajos niveles de ingresos el abordaje comunitario debe ser prioritario especialmente desde una perspectiva de salud pública.
La salud mental comunitaria es un objetivo, individual y de toda la población de un territorio, y requiere una metodología de trabajo concreta, que implica compartir tareas e intenciones con otros recursos del propio territorio, sanitarios, sociales, laborales, asociativos, instituciones de diversa índole, etc.
Especialmente importante es la partiipación de las asociaciones de familiares y, en orden imprescindible, las asociaciones de usuarios, asociaciones en primera persona, que deben participar como protagonistas en la planificación de servicios según sus necesidades.
Abarca la problemática de la edad infanto-juvenil, de la edad adulta y de la vejez y los ámbitos de los trastornos mentales y de las adicciones.